Diferentes propuestas conceptuales han aportado tipificaciones de las estructuras arquitectónicas exhumadas en las excavaciones, visión evolucionista que impregnó las ciencias sociales y humanas desde fines del siglo XIX con descripciones, clasificaciones y explicaciones sobre el hábitat, el enterramiento, la economía o el culto en las sociedades del pasado. Las tendencias más actuales postulan esas arquitecturas como parte del entorno global e interdependiente en que surgieron. Hoy trataremos la edificación sostenible en relación a la aridez y el calor.
La tipología arquitectónica: un recurso arqueológico
En la Arquitectura arqueológica la tipología describe elementos normativos como estructuras habitacionales, funerarias, cultuales, de gobierno, defensa o almacenamiento, el número de estancias, sus dimensiones, materiales constructivos y otras tantas características puntuales.
La aridez como protagonista ambiental
Las condiciones de sequedad aparecen en regiones dominadas por un cinturón de altas presiones subtropicales, al sur de altas montañas donde el aire cargado de humedad queda bloqueado y en lugares a sotavento de corrientes frías, características habituales en el ámbito macaronésico. En Arquitectura arqueológica la perspectiva Archaeotech promueve la observación, registro, investigación y explicación de yacimientos arqueológicos dispuestos hacia otros enclaves, el horizonte, el entorno y el cielo, gracias a las imágenes obtenidas desde el espacio. Por tanto, tenemos medio, ámbito y herramienta de trabajo.
Adaptación y sostenibilidad constructiva
La experiencia empírica demuestra que en este contexto ambiental las construcciones, debidamente orientadas, resultaron más adaptativas y sostenibles cuanto más retrasaron la entrada de aire caliente. Esto se logró empleando materiales con una alta resistencia calórica, geometría compacta, colores reflectantes, edificaciones subterráneas y semisubterráneas, concentración de unidades, y eliminando o trasladando fuentes generadoras de calor como hornos, hogares y otras estructuras de combustión.
Los materiales resistentes al calor diurno (como adobe, barro y piedra) pueden absorberlo durante el día e irradiarlo durante la noche, ante la previsible inversión térmica. El diseño compacto reduce el área de superficie expuesta al exterior, lo que también pudo conseguirse construyendo viviendas muy juntas que obstaculizaban la ventilación e incrementaban el tiempo necesario para la saturación térmica. La reducción de la aireación fue efectiva cuando los muros y el techo eran lo suficientemente gruesos como para retrasar la penetración calórica.
Las poblaciones que habitaban viviendas de muros gruesos mantenían un microambiente confortable. Las edificaciones subterráneas y semisubterráneas se construyeron para sacar partido nocturno de la capacidad calórica de la tierra, pues las cámaras artificiales excavadas también resultaban frescas por el día. Estas dos situaciones eran frecuentes en las islas Canarias orientales y en el Norte de África, donde los modelos constructivos y la estructura de los asentamientos indígenas siguieron pautas como las enunciadas aquí.
Dr. José Juan Jiménez González
Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife